Los docentes de nuestros colegios nos cuentan cómo ha sido la experiencia de ser profesor y, al mismo tiempo, apoderado de los colegios de Fundación Nocedal.
Testimonio Adia Riquelme, docente colegio Trigales y apoderada colegio PuenteMaipo:
Ser docente del Colegio Trigales del Maipo y apoderada en PuenteMaipo ha sido una experiencia enriquecedora. Me ha permitido ver la educación desde dos perspectivas: la de profesora, con la responsabilidad de guiar a las estudiantes, y de madre, con el deseo de que mi hijo reciba la mejor formación posible. Esta dualidad me ha dado una mayor comprensión y empatía hacia las familias y, al mismo tiempo, me ha permitido aportar como docente con una visión más integral.
Estoy feliz de tener la certeza de que mi hijo está recibiendo una excelente formación, tanto académica como valórica, y para mí es un reto y un honor poder entregar esa misma formación a las niñas. Aunque no son mis hijas, el vínculo que he formado con ellas me ha permitido involucrarme en sus vidas de una manera significativa. Considero que esta vivencia sin duda ha fortalecido mi vocación.
Testimonio Esteban Márquez, docente y apoderado colegio PuenteMaipo:
Ser docente y apoderado en el Colegio PuenteMaipo ha sido una experiencia profundamente enriquecedora. Desde mi rol de profesor he podido apreciar de cerca el compromiso y los valores que la Fundación Nocedal promueve en cada estudiante. Pero al mismo tiempo, como apoderado, he vivido la tranquilidad de saber que mi hijo está recibiendo una educación de calidad, basada en principios y valores que, no solo fomentan el conocimiento, sino también el desarrollo personal y el espiritual.
Desde el momento en que algunos estudiantes se enteraron de que mi hijo estaba estudiando en el colegio hubo como una especie de “cambio”, ya que ahora, al saber que yo además de ser profesor soy apoderado, me miran de otra forma, como si yo también fuera una persona común y corriente como ellos y sus familias.
Esta experiencia me ha permitido entender de manera más completa las necesidades de nuestros estudiantes y las expectativas de sus familias. Además, me ha llenado de orgullo ver cómo mi hijo y mis estudiantes crecen juntos en un ambiente de respeto, solidaridad y excelencia académica. Es un desafío constante, pero también una gran oportunidad para contribuir, desde ambos roles, a este gran proyecto educativo.
Testimonio de Melisa Fuentes, docente Almendral y apoderada colegios Nocedal y Almendral:
Tengo dos hijos, Alonso de 12 años y Amanda de 6 años. El mayor asiste a Nocedal y la menor al Colegio Almendral. Desde el momento en que tuve que decidir a qué colegio postularlos, no tuve dudas: estos colegios eran exactamente lo que buscaba para ellos.
Trabajar en el Colegio Almendral me permitió conocer a fondo su proyecto educativo, basado en una formación integral que pone a la persona y sus virtudes en el centro. Aspectos como la importancia de la familia, el sentido religioso y la educación de calidad son fundamentales para mí como madre, y saber que mis hijos los reciben me da una tranquilidad infinita.
Es un alivio saber que están en un lugar seguro, donde pueden desarrollar sus talentos y habilidades libremente y sin prejuicios. Mis hijos asisten contentos al colegio, se sienten validados y parte de su comunidad. Creo firmemente que han entendido la educación que se les entrega y, más importante aún, viven las enseñanzas que han recibido. Mi mayor ilusión es que se conviertan en grandes personas, llenas de valores y virtudes, que encuentren felicidad en sus logros y en el camino que recorran,
Por mi parte, trabajar en el Colegio Almendral ha sido una experiencia enriquecedora. He podido desarrollar mi profesión con dedicación y cariño, viendo a Dios a través de las niñas y trabajo bien hecho, logrando un equilibrio entre mi vida familiar y laboral. Esto, a su vez, me ha permitido comprender mejor a las familias de nuestra comunidad, ya que también soy parte de ellas.
Testimonio Emerson Ospina, docente y apoderado colegio Nocedal:
Ser profesor y apoderado en colegio Nocedal es una experiencia que trasciende la simple transmisión de conocimientos. Este doble rol implica una profunda responsabilidad y un compromiso con la formación integral de los estudiantes, así como con el desarrollo de las familias que forman parte de la comunidad educativa. La educación no se limita a lo académico; también abarca el desarrollo de valores cristianos como el respeto, la empatía, la responsabilidad y la solidaridad. Como profesores, tenemos la oportunidad de modelar estos valores en nuestras aulas, creando un entorno donde los estudiantes se sientan seguros para expresarse y crecer. Al mismo tiempo, como apoderado, puedo reforzar estos principios en casa, estableciendo una conexión sólida entre lo que se enseña en el colegio y lo que se vive en el hogar.
El valor académico es indiscutible. La calidad educativa que ofrece el Nocedal a nuestros estudiantes es crucial para su futuro. En un ambiente de exigencia con cariño, los alumnos no solo aprenden a enfrentar desafíos académicos, sino que también desarrollan habilidades críticas para la vida. La educación se convierte en un viaje donde cada logro es celebrado y cada error es visto como una oportunidad para aprender. Esta mentalidad fomenta la resiliencia y la autoconfianza en nuestros hijos.
La formación espiritual es otro componente clave; a través de la participación en actividades religiosas y formativas, los estudiantes tienen oportunidades para desarrollar una relación personal con Dios. Este crecimiento espiritual nutre un sentido de propósito y pertenencia, ayudando a los estudiantes a vivir conforme a las enseñanzas cristianas.
No hay mayor satisfacción que observar a nuestros hijos desarrollarse en un ambiente óptimo para su aprendizaje. Verlos crecer académica y emocionalmente es un testimonio del esfuerzo conjunto entre educadores y familias. Cada paso que dan hacia adelante es motivo de orgullo; cada desafío superado es una victoria compartida.
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento al Colegio Nocedal por ser parte fundamental en la formación de mi hijo. Su compromiso con una educación integral, basada en valores cristianos y académicos sólidos, ha sido crucial para su desarrollo personal y profesional.