Con el denominador común de decir sentirse “como en casa”, Belén Castro, Guiselle Catrilaf, Jonathan Lincura y Nicolás Cea -todos egresados de los colegios de la Fundación Nocedal- hoy ejercen distintas labores profesionales en los establecimientos. Valoran mucho haber vuelto al colegio donde los vieron crecer y sienten que ellos pueden apoyar al progreso de los alumnos, siendo un referente cercano.
Belén Castro, profesora de educación física, salud y psicomotricidad del colegio Almendral:
Ponerse en el lugar de las alumnas
“Desde que entré a estudiar al colegio Almendral en primero básico, por allá por el año 1999, supe que quería ser profesora, jamás dudé de mi elección. Me inspiraron diversas docentes que pasaron por el colegio y, mientras pasaban los años, más reafirmaba mi amor por esta profesión.
Creo que la clave de esta linda decisión fue poder darme cuenta que una profesora puede calar muy hondo en la vida de una estudiante.
Con mis alumnas, puedo aportar con la perseverancia, esfuerzo y amor por lo que se hace. Muchas veces las alumnas no creen que yo también estuve en su lugar o que vivo en el sector y creo que, cuando lo saben, ellas se pueden dar cuenta que todo se puede lograr, pero siempre trato de entregar el mensaje de que cuando “haces las cosas con amor y alegría, todo resulta mejor”.
Nicolás Cea, ingeniero industrial de la Universidad Andrés Bello y cursando último semestre de pedagogía en religión en la U. Andes:
Motivación por acompañar a los alumnos en el proceso formativo
“Desde muy pequeño disfruté mucho las matemáticas y las ciencias exactas en general. Esto hizo que, al tener la oportunidad de estudiar en la universidad, pudiera optar por una ingeniería. Por supuesto que el colegio influyó mucho en el fortalecimiento de estas capacidades, ya que, al tener una alta exigencia, el estudiante puede descubrir en el camino donde más puede destacarse. Eso me sucedió a mí.
De manera paralela, la pedagogía siempre me llamó la atención y, siendo adulto, sentí la necesidad de transmitir conocimientos, en especial a adolescentes. Es por esta motivación que decidí estudiar pedagogía en religión y acompañar en el proceso formativo a los alumnos de PuenteMaipo.
De mi paso por Nocedal rescato muchas cosas, sin embargo, la más importante fue haber tenido una cercanía con Dios”.
Guisselle Catrilaf, Terapeuta Ocupacional de los colegios de la Fundación Nocedal:
Vocación de servicio
“Pude conocer a un terapeuta ocupacional en mi práctica de técnico en enfermería cuando era alumna de Almendral. Fue una coincidencia el haber estado en el área pediátrica en el Hospital Padre Hurtado y poder conocer a este profesional TO, que me habló de la carrera. Sabía que el servicio y apoyo a las personas era mi vocación. Además de ello, el colegio tiene becas de convenio con la Universidad de los Andes y, por mis notas, pude postular a una de ellas. La verdad, si no hubiera tenido esta oportunidad, no hubiese podido estudiar en la universidad y ser profesional de educación superior por mis propios medios. Ser becada ha sido el peldaño clave para ser una profesional hoy en día y por ello estoy muy agradecida de la Fundación.
La terapia ocupacional en colegios tiene mucho que aportar a los alumnos y al enfoque educativo actual, sobre todo, en la promoción del acceso a una educación cada vez más inclusiva y respetuosa con el proceso de aprendizaje de cada uno de ellos”.
Jonathan Lincura, profesor de educación física del colegio Nocedal:
Aprendizaje y espíritu deportivo
“En el colegio Nocedal, especialmente en el tiempo que hice deporte, tuve la oportunidad de representar al colegio en varias disciplinas, tuve la oportunidad de identificarme con el colegio. Aprendí a perder, a aceptar las caídas, a sobreponerme a situaciones adversas y a tener la fortaleza para salir adelante. También fui adquiriendo el valor de la paciencia y trabajar duro para lograr mis metas. Eso me enseñó el deporte y el colegio. Lo que me gusta de trabajar en el colegio, es el buen ambiente y el respeto que existe entre las personas que conforman la comunidad educativa (directivos, profesores, alumnos, asistentes de la educación y apoderados). Destaco también el profesionalismo de los docentes y el sentido de misión que tiene cada uno, es por ello también que no me puedo quedar atrás”.