Una columna de opinión sobre la importancia de la Educación Técnico Profesional, escrita por la ex Ministra de Educación, Mariana Aylwin, fue publicada el viernes 11 de diciembre en el diario El Mercurio.

En el texto se destaca el trabajo que ha realizado en este ámbito la Fundación Nocedal, que este año 2020 cumple 25 años de exitencia.

A continuación, un extracto de la columna:

Educación Técnica: una alternativa de futuro

Una buena noticia es el alto porcentaje de jóvenes que participó en el plebiscito del 25 de octubre. Las nuevas generaciones han sido parte importante de las movilizaciones sociales que, con una variedad de demandas distintas, demostraron compartir una protesta respecto de las desigualdades sociales y un deseo colectivo de identidad y pertenencia.

Se trata de jóvenes que han alcanzado niveles de educación muy superiores a sus padres y aspiran a poder desarrollarse con mejores herramientas. Se trata también de jóvenes que se sienten marginados por la disparidad de esfuerzos entre distintos sectores de la sociedad para obtener estos legítimos anhelos de progreso y prosperidad.

La trayectoria constitucional iniciada con el plebiscito representa una oportunidad para encauzar este descontento. Una de las vías para superarlo, es, por cierto, el ámbito de la educación.

Es bueno recordar que sólo desde comienzos del siglo XXI Chile tiene escolaridad completa. Además, el ingreso a la educación superior ha crecido con mucha rapidez, aunque se haya estancado en los últimos años.  Recientes investigaciones muestran que, en el 2017, la mitad de la población entre 18 y 24 años se encontraba estudiando, un 9% estudiando y trabajando y un 21,9% no trabajaba ni estudiaba, porcentaje que en la OECD es solo del 14,3%.  He ahí uno de los desafíos más importantes, que, probablemente, se verá agravado por las circunstancias de un año con suspensión de clases.

También la experiencia de la educación técnico profesional ha sido creciente en las últimas décadas.  En la educación superior, en 2020, el 42,8% del total de la matrícula fue a Educación Superior TP (31,8% a Institutos Profesionales y 11% a Centros de Formación Técnica). Hace 15 años era 30,6 % (11,3 en CFT y 19,3 en IP).

Sin embargo, es preciso señalar que, tanto en el sistema escolar como en la educación superior, se trata de la modalidad de enseñanza que atiende a la población de bajos recursos. Perdura aún un estigma social de este tipo de educación que, al vincularse como una oferta para los más pobres, disminuye la probabilidad de que los jóvenes la elijan como una alternativa para su futuro.

Por lo tanto, sigue habiendo una preferencia de los estudiantes por títulos universitarios ya que ellos permiten, por lo general, alcanzar más rápido la tan anhelada movilidad social.

El incentivo para la continuidad de estudios está en la empleabilidad y el retorno salarial. Chile destaca como uno de los países con mayor retorno por la obtención de títulos de educación superior.

Sin embargo, en los últimos años se ha venido produciendo una mayor dificultad para los jóvenes con títulos técnicos o universitario en la búsqueda de empleos. Un 45% del total de desempleados declara tener título, pero el 95% de ellos son jóvenes que buscan por primera vez un trabajo. Cabe destacar que los egresados universitarios se demoran en promedio más que los técnicos en encontrar trabajo. (INE 2019)

Es así, por lo tanto, que la educación técnica ha demostrado ser una alternativa que podría dar respuesta a muchos de los problemas que tiene Chile para un desarrollo más alineado con las necesidades de este tiempo. Estudios revelan que existe un déficit de alrededor 600 mil técnicos (SOFOFA), e investigaciones del Mineduc indican que la tasa de empleabilidad y el salario promedio en los primeros seis años de egreso es mayor en egresados TP que en egresados de la modalidad científico-humanista.

Ello significa que aumentar la participación de la Educación TP en áreas relacionadas con las nuevas competencias necesarias para asumir los cambios tecnológicos, es una alternativa que el país debe dejar de ver como el “hermano pobre” del sistema educativo. Al contrario, debe poner foco, recursos y excelencia.

Valoremos la educación TP como uno de los pilares para mejorar la calidad de la formación de las nuevas generaciones para desenvolverse en el mundo.

Hoy en día, existen instituciones que han hecho un muy buen trabajo en este sentido. Tal es el caso de Fundación Nocedal, que lleva 25 años entregando educación TP, logrando en sus egresados múltiples trayectorias exitosas. Chile ya tiene buenas experiencias, faltan agentes que quieran replicarlas.  ¡Tenemos la oportunidad y la obligación de hacerlo!